lunes, 29 de septiembre de 2008

PORQUÉ MATAN Y GOLPEAN A LOS VERDADEROS CAMBAS?....

En este mes de locura, observé cómo en Santa Cruz los de la Unión Juvenil perseguían y golpeaban todo lo que tenía olor o color colla. Pensé con preocupación cómo el discurso racista había penetrado en el subconsciente de insanos jóvenes, capaces de abusar, con el auspicio de sus autoridades políticas y cívicas, de seres indefensos y minoritarios, incluyendo conscriptos y policías. Sin embargo, al mismo tiempo me surgió la duda sobre si el componente anti-colla era la única motivación racista de violencia, cuando vi que las golpizas y las persecuciones también se prodigaban con la misma saña sobre todo camba que no comulgue con sus ideas y que tenga, como agravante, esencia indígena o campesina.

Comprendí, entonces, que la unidad cultural de la “nación camba” era un mito. La tan pregonada y monolítica “nación camba” no era más que un discurso ideológico para alimentar un chauvinismo odiador y resentido. Según sus gestores, la “nación camba” es la unidad fraterna, comunitaria, de una etnia que comparte vida cultural y ciudadanía. Un destino común de grupos que extraen la savia de la sangre originaria y la tierra mojeña y avizoran en perspectiva una visión sociopolítica que los identifica y les da identidad. Es una cultura mestiza que se expandió, además, al Beni y Pando (y en el último año, también, a Tarija y Chuquisaca, de acuerdo con algunos mapas nuevos dibujados con gran exitismo expansionista por algunos eclécticos de este nacionalismo). La palabra “camba” no es privativa, entonces, de los cruceños. Un ideólogo de la Nación Camba, decía “ …dentro de la constelación étnica, el Camba tiene un solo valor político y una sola altura social desde el Sur Guaranítico (de Guaraní) hasta el Norte Tacana y Mosetén”, incluyendo chiquitanos, guarayos, chiriguanos... además de aquellos de origen español, sirio, yugoeslavo, japonés y otros. No está fácil de entender la propuesta, de mixtura tan amplia, porque en la práctica, por lo vivido en el último mes, el aporte indígena en la esencia de la “nación camba”, parece servir más para dar legitimidad y raigambre histórica y cultural (folklórica…?) al proyecto de poder de éstos últimos.

La matanza de Pando me terminó de develar el mito. La mayor parte de los muertos y heridos eran indígenas Tacana. Simbólicamente entre los acribillados se encontraba Bernardino Racua, nieto de aquel Bruno Racua, cuya estatua es el más grande mojón de la nacionalidad en Cobija. La osadía de estos cambas humildes fue desafiar y oponerse al Patrón Camba, quien justifica el hecho como de legítima defensa, para frenar el avance de aquellos (siempre en tercera persona del despreciativo). En general, los prefectos cambas, en vez de velar por la paz y la unidad de su propio pueblo, tomaron parte y comandaron la agresión contra los cambas más humildes.

En el Beni la situación de los campesinos cambas no fue mejor. Fueron golpeados, heridos y apuñalados bajo la mirada complaciente de su Comité Cívico, tanto en Trinidad como en las localidades más grandes, principalmente Riberalta, donde además los persiguieron y asaltaron sus sedes, oficinas y ONG’s.

En Santa Cruz la situación fue más comprometedora y abusiva. A los cambas mojeños y guaraníes se los golpeó y persiguió; se quemaron sus sedes, bibliotecas y archivos, como en la mejor época del fascismo banzerista. La Coordinadora de Pueblos Étnicos de Santa Cruz (CPESC), que agrupa a indígenas chiquitanos, ayoreos y yucaré mojeños, denunció la destrucción y saqueo total de sus instalaciones. No quedó en pie ni una sola ONG ni un centro de apoyo a los indígenas y campesinos cambas. Hasta las radios comunitarias y de la Iglesia fueron amenazadas y calladas. Con especial devoción se hicieron desaparecer los muebles y sus contenidos en las oficinas del INRA, donde cientos de procesos de saneamiento de tierras se venían procesando. Al mismo tiempo, la almidonada Vicepresidenta del Comité Cívico despotricaba contra los “cunumis” de toda laya, entendiéndose como cunumi al camba más humilde y originario.

En el sur de Santa Cruz, en la Provincia Cordillera y el resto del Chaco, la situación fue también evidente y con ribetes crónicos, exacerbados por los intentos de sanear tierras en Alto Parapetí y reconvertirlas en tierras comunitarias de origen (TCO), intentos que fueron frenados de manera violenta en diferentes oportunidades. En el 2007, en Cuevo fueron emboscados y heridos indígenas guaraníes y funcionarios del INRA, lo que no impidió que una comisión de la CIDH denunciara la situación de explotación de cientos de familias guaraníes, para quienes la situación fue empeorando desde entonces. En la actualidad existen denuncias de expulsión y desalojo de las familias de los rebeldes, al tiempo que se organizan grupos paralelos para debilitar a la Asamblea del Pueblo Guaraní (APG). En el último conflicto, las acciones violentas y los bloqueos fueron comandados por los hacendados del sur y sus grupos de choque.

La centenaria estrategia de presionar y atemorizar a los más vulnerables parece ser el camino escogido para ahogar toda protesta o reclamo de derechos y “apaciguar” los ánimos en tierra camba. Todo el mes de protestas y convulsiones en ese espacio geográfico fue dedicado a este objetivo interno, mientras el resto del país observaba el desenlace de su autobloqueo y la solución de sus contradicciones internas, erupcionadas por la alta votación en el referéndum revocatorio a favor del gobierno, en su propio territorio,

LOS OTROS TAMBIEN TIENEN LO SUYO

Sería injusto decir que golpear a los humildes es una estrategia sólo de los cívicos de la “nación camba”. También en Chuquisaca y en Tarija, sin ser cambas, tuvieron su dosis de violencia. Pasó a la historia la humillación y el castigo infringido a los indígenas chuquisaqueños en la plaza pública de Sucre, como para sentarles la mano por no seguir los dictados del desprestigiado Comité Interinstitucional.

En Tarija, la pelea campal entre los unionistas de la Plaza Luis de Fuentes frente a los chapacos y matacos que protegían las instalaciones de la Federación Única de Trabajadores Campesinos de Tarija, en las inmediaciones del mercado, fue la alarma que sensibilizó a la opinión pública tarijeña y la indujo a clamar por la paz y el diálogo, antes que por la violencia en las puertas de sus casas, fenómeno que nunca se había visto en este pueblo amador de la calma y la tranquilidad.

EL VERDADERO PROBLEMA

Esta violencia generalizada contra los indígenas no es un simple rechazo al color de la piel o a su cultura; o una persecución por sus solas ideas o militancia. Su esencia no es cultural ni regional y todos lo sabemos. Se trata de una reacción de los sectores con más poder para frenar las reformas mas sustanciales que el gobierno ha planteado, de las cuales la que más les aprieta el zapato es la referente a la tierra. El IDH como problema es un justificativo y tiene un papel secundario. La pelea por la autonomía extrema, no es otra cosa que el intento más viable para frenar el saneamiento y la distribución de tierras, donde estos sectores, ahora vapuleados, serían los más beneficiados. Los dueños de las tierras y el poder, departamental y cívico, los cambas blancos de origen Sirio o Yugoeslavo, saben que ese es el meollo de la cuestión y no lo van a negociar aunque tengan que matar y oprimir al resto de los cambas, a los verdaderos cambas, que quieren más justicia y una más equitativa y menos tramposa distribución de la tierra. Es más, no lo van a negociar aunque tengan que dividir al país y se vendan al primer protector.