miércoles, 4 de diciembre de 2013

Finaliza juicio contra el decoro y la higiene

Foto tomada en lotes baldíos de Oruro, a un costado
de la avenida que la circunda. Impresiona la cantidad de
basura existente. 

He estado siguiendo a través de la prensa el juicio y la persecución que la Alcaldesa de Oruro emprendió contra la periodista Milena Fernández y que ahora terminó en una conciliación, como no podía ser de otra manera. La periodista, en un exceso descriptivo dijo que Oruro era una ciudad fétida, que no tiene cloacas y, que por ése y otros motivos, no es un centro atractivo para los turistas. Se refería, sin lugar a dudas, al exceso de basura y residuos orgánicos que existen en Oruro; residuos que naturalmente sufren fermentación y despiden malos olores.

Aunque el problema de la basura es general en nuestros centros poblados, algunas ciudades merecen el título de campeonas en materia de suciedad. Personalmente, creo que Cochabamba y Oruro se llevan la flor. Cualquier turista que vaya al aeropuerto de Cochabamba siente en su trayecto la fetidez del río Rocha, especialmente en invierno; es un hecho objetivo y no creo que su comprobación sea causante de juicios civiles ni penales en mi contra. Por el contrario, es objeto de comentarios de todo tipo entre los viandantes.
En los alrededores de Oruro existen grandes acúmulos de basura que también desprenden malos olores. Desafío a cualquier ciudadano a comprobar este lamentable hecho, fomentado, no por los periodistas sino por las propias autoridades municipales, quienes son las encargadas de la limpieza de las ciudades.
La basura, los malos olores y la falta de higiene son, en este caso, responsabilidad de la Alcaldesa, Rossío Pimentel, quien debiera ser enjuiciada por la opinión pública en cuanto a la eficiencia del cumplimiento de sus objetivos ediles.
Para el colmo de sus pesares, a los pocos días de iniciada la querella contra la Fernández, la propia Alcaldesa sintió en carne propia los efectos de la falta de higiene ambiental al sufrir una intoxicación mientras comía pollo frito, junto con su séquito de funcionarios. Terminó hospitalizada y referida a Cochabamba para terminar su tratamiento.
Como este fue otro campanazo, pero que tocaba en persona a la autoridad edil, los funcionarios de diferentes unidades del Gobierno Autónomo Municipal de Oruro (GAMO) se movilizaron y desarrollaron un operativo en broasterías y restaurantes, para comprobar su adecuación a las normas y concluyeron que existen serias fallas e improvisación, además de poca higiene y sanidad al preparar los alimentos. La propia Alcaldesa terminó declarando: “Ahora fuimos nosotros, pero esto puede pasarle a cualquier persona”.

Para el colmo de las pruebas empíricas, pero que pueden convertirse en científicas, a las pocas semanas ocurrió una nueva epidemia de intoxicación alimentaria, cuando 105 estudiantes del colegio Sebastián Pagador, fueron internados por consumo de yogurt en mal estado y con envases con fecha alterada. La negligencia de las autoridades fue reconocida por la propia Alcaldesa cuando dijo: “Estamos aplicando las sanciones que corresponde. Algunos funcionarios ni siquiera han aparecido en su puesto de trabajo, mientras nosotros socorríamos a los niños para que sean internados por supuesta intoxicación”.
Como no todo es negativo en este tiempo, percibimos una reacción positiva de parte de varias instituciones que en la última semana de julio desarrollaron la Campaña “Oruro te queremos limpia” que logró recolectar 240 toneladas de basura. La campaña movilizó a m iles de orureños, a los que se les facilitó un equipo básico entre los que sobresalían las escobas y las palas. Todas las instituciones que participaron, presididas por la Gobernación, ponderaron la iniciativa, no sólo por su potencial de limpiar la ciudad, sino, sobre todo, por su capacidad de educar y generar hábitos de aseo en la población, que es la que genera la basura.
Espero que cada uno de estos episodios nos ayude a comprender la importancia de la higiene y el adecuado expendio de alimentos inocuos. En México a las intoxicaciones alimentarias las llaman “la venganza de Moctezuma”, porque son precisamente los turistas gringos los que terminan intoxicados o infectados. Espero que en Oruro no se llamen a partir de ahora, “la venganza de Milena”.