jueves, 24 de marzo de 2011

Se fue el Panka Anaya


El día 29 de enero, en momentos en que estaba preparándome para salir al campo, recibí una llamada de mi amigo Rogers Longaric, quien casi de sopetón me dijo que se encontraba en Cochabamba a causa del fallecimiento del Panka Anaya. Estaban todos los Longaric, acompañando a Karen, la esposa de Panka. Después de unos minutos de sorpresa y estupefacción, suspendí el viaje y me fui a apoyar a la familia, de la cual Panka era uno de sus miembros más queridos.

Mi sorpresa fue grande porque Panka era relativamente joven y fuerte. Venía de cumplir 65 años y estaba en un momento de mucha actividad, motivado por su nuevo cargo de Jefe nacional del MNR, su partido en los últimos veinticinco años. Era el quinto Jefe de este partido histórico; o sea, el cuarto heredero del cargo que por muchos años ocupó Don Víctor Paz Estenssoro. Como título y como jerarquía la jefatura no era poca cosa, aunque se tratara de un partido en su momento de mayor crisis. Panka tenía una pesada herencia y una obligación moral de lograr la sobrevivencia de su partido, de levantarlo y dar continuidad al mito histórico de partido “indestructible” que lo acompaña desde 1952. Desde diciembre de 2010, fecha en que ganó la jefatura a Don Guillermo Bedregal, se encontraba en esta tarea, entregado en cuerpo y alma, como político profesional que siempre fue.

Panka murió por paro respiratorio, probablemente pagando su tributo al hábito de fumador que lo acompañó durante muchos años.   

Muy joven apoyó los esfuerzos de su padre por fundar la Academia Man Césped, que posteriormente se llamó Instituto de Educación y Formación Musical “Eduardo Laredo”, donde figura como Maestro Fundador. A comienzos de los sesenta, junto a varios otros profesores de gran corazón, la mayor parte ad honoren, apoyó a la “escuelita” en gestación como profesor de Educación Física. Se trataba de dar una visión integral a la formación impartida en lo que ahora es un prestigioso instituto académico, donde se reconoce el esfuerzo de tres generaciones de Franklin Anayas.

Como estudiante en la Universidad argentina de La Plata, en los años 60, fundó junto a otros estudiantes bolivianos el Grupo Revolucionario Siglo XX, que fue principalmente un grupo de discusión política, sobre ideologías y sobre problemas de Bolivia. En la Argentina tuvo un fuerte acercamiento con el General Juan José Torres, quien fue asesinado en esa capital en 1976. A la saga, con Jorge Otacevic y algunos otros miembros de Siglo XX, habían conformado ALIN (Alianza de Izquierda Revolucionaria), que incluía además al Grupo Revolucionario Octubre (GRO), al Grupo Valor, al CIRSAP, y las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), dirigida por Rubén Sánchez. ALIN tuvo una vigorosa presencia la lucha contra la dictadura banzerista y un acercamiento con Siles Suazo y la UDP, gobierno del cual formaron parte. Panka Anaya desde entonces tuvo una aproximación mayor con el MNRI, expresando, al mismo tiempo,  un cierto rechazo con respecto del MIR, del cual fue siempre un acervo crítico.

Panka era un agradable conversador. De hablar suave y pausado, normalmente no hablaba mal de nadie, ni de sus enemigos políticos, a quienes prefería salpicar con un poco de su ironía, que podría lograr niveles de virulencia dosificada.

Al desintegrarse la UDP pasó a formar parte del MNR de Paz Estenssoro, me imagino que por ser su mejor opción para hacer política de verdad (real politik), lejos de la militancia juvenil de los grupos de estudio y de las indecisiones del MNRI. Era, además, una forma de entronque, palabra muy en boga en ese momento, desde que los miristas de Paz Zamora lanzaron su estrategia de entroncarse en el tallo movimientista, donde circulaba la savia de la revolución nacional. Unos y otros fueron asimilados en el tronco madre y, algunos miristas, terminaron sesgadamente entroncados en su propio enemigo, el banzerismo.

Panka Anaya se entroncó de verdad en el MNR. Fue pazestenssorista y terminó siendo gonista, entusiasmado, sobre todo, por los éxitos de su primera gestión y por algunos de sus logros programáticos, principalmente, la participación popular. Pese a su encandilamiento gonista, percibo que Panka nunca abandonó sus ideas revolucionarias juveniles. Estaba identificado como del ala izquierda del MNR, en virtud de lo cual fue nombrado como el primer Embajador boliviano en Cuba, y como el responsable de la "comisión especial" encargada de dar con los restos del Ché Guevara, operación que culminó exitosamente el 28 de junio de 1997. La comisión estuvo integrada por bolivianos, cubanos y argentinos.

Yo sabía que el Panka era amigo personal de Fidel Castro, pero no sabía que fue uno de los artífices del rescate y salvamento de los seis  sobrevivientes de la guerrilla del Ché Guevara. En un panfleto distribuido el día de su entierro, su amigo Julio Valenzuela relata esta hazaña como un acto humanitario. Yo creo que más que una acción de contenido humanitario, en esa coyuntura fue una acción de solidaridad ideológica y política del joven revolucionario, Panka Anaya.

Como político movimientista, madurado en mil contiendas, fue cinco veces ministro de Estado, sirviendo a los gobiernos de Paz Estenssoro y  Sánchez de Lozada desde las carteras de Ministro de Urbanismo y Vivienda; Hacienda y Desarrollo Económico; Educación;  Gobierno; Viceministro de Relaciones Exteriores y Culto y Canciller interino de la República.   

Sus gestiones no estuvieron exentas de dificultades y riesgos. Cuando ejercía el cargo de Ministro de Gobierno, ocurrieron los lamentables acontecimientos consecutivos a la toma de la mina de Amayapampa, en diciembre de 1996, en cuyo rescate hubo exceso de uso de fuerza y en el que murieron 11 mineros y un oficial de la Policía. El informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos es claro al afirmar que no existían pruebas de que la represión haya surgido por orden de las jerarquías superiores, léase Ministerio de Gobierno;  más parece que fue el resultado de la iniciativa de las fuerzas policiales y militares en el lugar de los hechos. Panka nunca  estuvo de acuerdo con los resultados finales de aquella acción represiva.

Como Jefe del MNR asumió una actitud de autocrítica, reconociendo y aceptando los errores que provocaron la caída del Gobierno gonista en el 2003. Esto lo llevó a nuclear detrás de si a la más selecta y comprometida militancia movimientista, aquella que sueña con revivir el viejo proyecto de la Revolución Nacional. Con un discurso distante de los extremos en contienda, Panka pretendía reunificar y relanzar una vez más el proyecto movimientista.  Era tal vez la persona indicada en un momento de dispersión y ausencia de liderazgo.  Blandía un discurso identificador de su intento, diciendo: “Nos ataca una izquierda irracional, una izquierda sin proyecto, sin claridad, que pretende confrontar a los bolivianos, negando uno de los pilares del nacionalismo revolucionario que es la conciencia nacional para construir la Bolivia que queremos, la Bolivia para todos; y, a eso, se suman voces que también nos atacan desde una oligarquía de derecha, que cree que el interés nacional pasa por su bolsillo y no por el bienestar de los bolivianos.  El MNR está aquí presente…”, el MNR todavía parece estar presente, pero el Panka ya no está, murió en el intento de salvarlo y reorganizarlo.

Panka descansa en el cementerio de los Notables de su tierra, Cochabamba, con la que siempre se sintió identificado. Como amigo rindo mi homenaje al político entregado, al nacionalista que durante décadas trabajó teniendo como norte el amor a Bolivia y su proceso de emancipación.  ¡Paz en la tumba de Franklin Anaya Vásquez!