sábado, 9 de abril de 2011

El SUS ya está trasnochado


Maternidad, cuadro del pintor indigenista José Sabogal

El Sistema Único de Salud (SUS) es una vieja aspiración de quienes hemos trabajado por la salud pública nacional. El SUS permitiría alcanzar la salud para todos como derecho humano fundamental, a partir de una política de atención universal y equitativa.

No dudo que esa fue y es una aspiración de la actual Ministra de Salud, Nila Heredia, quien en sus dos gestiones ha orientado su política a mover el pesado carro que  lleva a la implantación del SUS. Sin embargo, en más de cinco años de gobierno masista no se ha elaborado más que un proyecto de ley que  ya ha sido perforado varias veces. Son perforaciones desde dentro y desde afuera del Gobierno.

Desde dentro porque no existe ni continuidad ni unanimidad en el discurso gubernamental. El segundo ni el tercer Ministro de Salud del MAS, de los cinco que ha tenido, hablaban ni apoyaban con el mismo énfasis la implantación del SUS; y entre los directivos que lo apoyan  existe una aparente confusión sobre lo que se pretende lograr. Unas veces nos hablan de Seguro Universal de Salud y, otras, de Sistema Único de Salud. Entre ambos términos existen diferencias sustanciales. Seguro no es sinónimo de Sistema y menos de Sistema Único. En este caso la palabra Único expresa unicidad estructural e integralidad.

En el Sistema Único de Salud el Estado debe ser el responsable principal desde todo punto de vista, pero principalmente desde el político y desde el económico. El Estado, si quiere implantar una Sistema Único, no debe basarse en contrapartes ni socios. El ejemplo más claro es el de Cuba, donde el Estado asume la responsabilidad total de la salud y carga con ella, como carga con el Sistema Educativo. El Estado cubano no lo hizo mal, llegó a montar un verdadero sistema, socialista, donde su primer y principal defensor era el propio Presidente. La misma OMS reconoció a Fidel en su calidad de primer promotor de la salud cubana, otorgándole diferentes pergaminos. Pero lo que se ve en Bolivia no se asemeja al ejemplo. No existe este apoyo político, que no solo es necesario, sino que podría ser suficiente para implantar un verdadero SUS nacional. Son muy tímidas las alocuciones de los principales gobernantes con respecto al tema y a la salud en general.

Ahora bien, el Seguro Único es cualitativamente diferente, pero podría ser también válido si se lo sabe implantar. Así ha sido en Costa Rica, donde la CCSS se ha hecho cargo de las prestaciones para la población asegurada y la atención de la que no tiene seguro. Su cobertura es casi total desde que impulsaron los servicios de atención primaria llamados EBAIS. Su institucionalidad es fuerte y ha soportado no pocos intentos de debilitarlo y resquebrajarlo, principalmente por la vía de la privatización y de la oxidación (léase corrupción), pero su validez y la aceptabilidad por parte del pueblo tico han permitido su subsistencia por encima de todos los avatares.
 
Cada día que pasa disminuye la posibilidad de implantar el SUS boliviano. No se supo aprovechar los buenos tiempos y las buenas coyunturas, como es el caso de la Asamblea Constituyente y el apoyo del 64 por ciento de la población. Ahora los cronogramas se acortan y el proyecto SUS es bombardeado y perforado desde diferentes ángulos.

Considero que la estrategia de implementación fue equivocada desde el comienzo por su gradualismo. El país más grande de América, Brasil, logró implantar su SUS aprovechando cada coyuntura propicia y llevando al extremo la politización en salud y de salud, movimiento en el que participaron  médicos y trabajadores de salud con perspectiva histórica, universidades con visión social, partidos políticos, movimientos populares, instituciones defensoras de la salud colectiva, que, junto con políticos de gran visión histórica lograron incluir el SUS en la Constitución Federal de 1988, que se elaboraba después de cruentos años de dictadura militar. Lo establecido en la Constitución fue reforzado posteriormente mediante leyes y reglamentos destinados a fortalecer el nuevo sistema en sus aspectos de funcionamiento y sostenibilidad.

En Bolivia no sucedió  ni lo uno ni lo otro. Los universitarios, que se llaman revolucionarios, fueron los primeros en perforar el SUS por defender su propio seguro. Los movimientos sociales, a quienes se dice que pertenece el Gobierno, se oponen a  que la Caja Nacional forme parte del SUS. Los militares ni que se diga,  nadie les tocará el seguro. Grupos de médicos, en posiciones cada vez  más retrógradas, han levantado su voz en contra del SUS.

Todas estas perforaciones han llevado a personeros del Gobierno y principalmente a la Ministra, a decir que los seguros podrán incorporarse al Sistema Único con convenios, “por lo tanto no es imperativo, sino optativo” el pertenecer o no al SUS. O sea el SUS deja de entrada de ser UNICO. Para sorpresa mayor la Ministra dice que convocará a la realización de un referéndum para que la población defina el destino de la Caja Nacional, mostrando con esto más debilidad que astucia.

Como los movimientos sociales que sustentan al MAS – y son los responsables del control social-  perciben esta situación de conflicto existencial, han puesto la cabeza de la Ministra en la guillotina popular y no dudamos que la cuchilla vaya a caer en un futuro cercano.

Han pasado cinco años de gobierno “progresista” en el cual existía la confianza de que salud sería un baluarte en su programa de cambio, pero no sucedió así. El discurso en salud está cada vez más debilitado. Se escucha muy poco sobre sus logros programáticos. Sólo se perciben algunas buenas intenciones, principalmente las que giran alrededor del fortalecimiento de la medicina tradicional, intenciones o políticas que tienen más de cáscara que de nueces. Entretanto el SUS, a estas alturas de su gestación,  ya parece trasnochado.