Estoy muy impresionado por la difusión que tiene el tabaquismo en la Argentina. Por todo lado se ven gentes fumando, principalmente jóvenes de ambos sexos. Mi departamento, alquilado en un edificio de varios pisos, huele a tabaco. Muchos vecinos bajan las gradas o toman el ascensor fumando. El único que obedece las normas es el portero, a quien lo veo religiosamente, cada dos horas, atravesar la puerta de calle para fumar su pitillo. La gente sale de las oficinas y fuma en las calles por montones. Como prueba divertida saqué la foto adjunta, que son las colillas de cigarros que dejan los fumadores de la calle Florida después de mediodía en los jardineros o maseteros. En éste se yergue un arbolito que, a estas alturas, ya debe ser adicto a la nicotina.
Estoy casi seguro que Argentina tiene los mayores índices de tabaquismo en la Región, junto con Cuba y Chile. Uruguay estaría a la par, pero es probable que su tendencia epidémica va en descenso después de la radical Ley emitida por el Gobierno del Frente Amplio, dirigido por el Neumólogo Tabaré Vasquez.
Aunque no tan radical, la Argentina también emitió su propia Ley, en la que se apoya la veda antitabaco que acaba de ser lanzada en la Provincia de Buenos Aires por medio de un Decreto de su Gobernador, Daniel Scioli. Es la veda más estricta jamás lanzada en la capital Federal, y que puede servir de modelo al resto de las provincias de esta importante y gran Nación.
El Decreto prohíbe el consumo de tabaco en ámbitos estatales, lugares de trabajo, transportes públicos y en los espacios privados cerrados donde el público tenga acceso. O sea, ejerce su acción más allí de los espacios públicos y se involucra con los espacios privados donde la gente acude, lo que de por sí es un punto a su favor. Por otra parte, prohíbe fumar en bares y restaurantes de menos de 100 metros. Si éstos tienen una superficie mayor, deberán adecuar espacios especiales y aislados para fumadores, mismos que no deben sobrepasar el 30 % del espacio total. La Ley exceptúa de esta obligación a los bingos, casinos, clubes de fumadores, terrazas, patios y balcones.
Otro punto clave de la Ley es que prohíbe la publicidad del tabaco en los medios de comunicación de la Provincia y en la vía pública, así como el auspicio de cualquier actividad deportiva, cultural o recreativa por parte de las tabacaleras.
Fuertes multas pecuniarias y castigos, incluyendo la clausura, se establece también y con justicia en el Decreto.
Después de una mirada inicial un tanto pesimista, la puesta en marcha de esta política en la capital federal, nos vuelve a insuflar de algún optimismo. El mismo que sentimos en el Brasil, en el Uruguay, en Venezuela y en el Perú, países donde se sostiene una lucha tenaz y sin cuartel contra el inútil y dañino hábito de fumar.
Percibo, también, que en Bolivia la lucha está más rezagada, especialmente en las ciudades donde los jóvenes fuman más que nunca. Pese a que no tiene los niveles de tabaquismo de los países mencionados, el nivel de conciencia sobre el hábito todavía es muy bajo. No hay percepción del problema y muchas restricciones son pasadas de largo por los fumadores, principalmente las de respetar los espacios que se declaran libres de humo.
Mientras en el Sur vamos avanzando de manera desigual, en el Norte parece que ya se han propuesto objetivos más ambiciosos, como la posibilidad de prohibir el fumado en espacios públicos abiertos como el Central Park, el Centro de Manhatan o la playa de Brooklyn, entre otros, siguiendo una iniciativa del Alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, millonario y aguerrido luchador antitabaco, que destinó varias centenas de millones de dólares con este fin. Los dólares de Bloomberg, sin embargo, no se distribuyeron equitativamente, los países más atrasados en la lucha no son necesariamente los más beneficiados. Hasta para respirar limpio hay que tener suerte.