martes, 1 de mayo de 2012

La salud, la educación y la fe no son una mercancía




Un artículo del exsacerdote Rafael Puente que lleva el título de “¿Salud al servicio de los médicos o viceversa?” me llevó a escribir estas líneas en relación al tema tratado por él, es decir: la salud y el problema actual de los médicos.

Como exsacerdote sabe lo que es ser un médico de almas. Los curas y los médicos somos de las profesiones más antiguas; somos primos hermanos. Siempre nos hemos utilizado para  apoyarnos o justificarnos unos a otros, aunque a veces con traiciones, como aquella vez que quemaron a un médico sabio que dijo que la sangre corría por las venas.

Entre los representantes de las dos profesiones no se cuáles han vivido mejor y más holgadamente, posiblemente ellos, que supieron relacionarse mejor con el poder. No en vano una canción popular dice: “el cura no amansa bueyes, el cura no sabe arar; para el no hay año malo, él cosecha sin sembrar”.

En su primer acápite, Rafael Puente, hace una alabanza de los médicos cubanos y del sistema cubano, que considera la salud como un derecho, cosa que no cuestiono, salvo que no somos los médicos los culpables de que la salud no se reconozca como un derecho en Bolivia, sino, es el propio Gobierno el que debe hacer prevalecer este derecho con los médicos o sin ellos. O sea, no es tarea de los médicos implantar las políticas en este ni en ningún país, es el Gobierno quien las implanta. Así fue en Cuba y así es en Bolivia. La diferencia es que allí sí lo hicieron, establecieron un Sistema Único de Salud, socializaron la medicina y formaron a los médicos  adecuados para funcionar en ese sistema, sin competencia con una medicina privada de por medio. En Bolivia se ha hablado mucho de implantar el SUS (Sistema Único de Salud) y lo único que se ha hecho es crear más sistemas y dividirla en más pedazos y seguros, que nadie puede manejar.  Véase el caso de la CNSS, donde se cambian directores cada tres meses por su ingobernabilidad. En estas instancias resultaron ser las “organizaciones sociales” las que se oponen a la creación del SUS, o a cualquier proceso de integración en salud. En suma, parece que el Gobierno ha perdido su cuarto de hora y su mejor momento para crear un Sistema Único de Salud; no lo hizo cuando tenía fuerza política y las organizaciones sociales lo sustentaban. Ahora la COB –que pretende manejar la CNSS-  está hablando de crear su propio partido y su propio programa, donde no creo que se escriba la palabra SUS.  Cada organización social prefiere su propio seguro y, mejor si se atiende a través de la compra de servicios de clínicas privadas. Esto no pasa en Cuba, donde no existe cabida a la práctica privada, y donde la demanda puede ser cubierta por el sistema estatal.

Como el mismo Puente dice, en Bolivia la salud está descuidada “la salud es cara”…”Los hospitales están atestados, las medicinas hay que comprarlas, y en muchos casos los y las pacientes están ante la alternativa de endeudarse para acudir a centros de salud privados, o irse preparando a morir”. Tiene razón. Aunque, como también lo dice: “Cierto que existe la medicina tradicional, con su respectivo cuerpo de médicos, yatiris y comadronas, que juegan un papel muy importante, pero en ningún caso suficiente”.  De estas frases deduzco que la Medicina Tradicional es otro sistema más, paralelo a los otros sistemas, que juega un rol paliativo pero nunca suficiente.

¿Y qué tiene que ver toda esta su introducción con el actual problema médico? Todo es culpa de los médicos que – dice – pelean por el privilegio de trabajar menos que el resto de la gente, sin importarle el resto de los sectores. Y mete la pata “Con excepción de los maestros y maestras, que sólo trabajan cinco horas”, pero, sigue, “No nos metamos ahora con el magisterio, donde los bajos salarios fuerzan a la mayoría a trabajar en dos y hasta tres turnos”.  Mi pregunta es: ¿por qué no debemos hablar de los maestros, acaso la situación salarial de los médicos es mucho mejor, en términos relativos, que la del magisterio? ¿Por qué justifica que un maestro trabaje en dos o tres turnos y despotrica contra el médico que lo hace? ¿Acaso la motivación de ambos profesionales no es la misma?: la falta de un salario justo y congruente con la responsabilidad y el conocimiento adquiridos. Al respecto le recordaré un principio socialista que dice: a cada cual según su capacidad y a cada uno según su trabajo. Con diferencias dentro del mismo gremio, considero que los médicos son los que, en promedio, más horas de estudio y preparación han dedicado en su vida para tener un salario que responda a esta inversión de dinero, tiempo, energía y fósforo.

Aprovecho para recordarle que no fueron los médicos los que provocaron el problema, fue la decisión intempestiva del Gobierno de aumentarles dos horas de trabajo sin la respectiva reciprocidad en salarios. Y hablando de derechos, ¿no es un derecho ganado por todo asalariado que todo aumento en tiempo de trabajo debe significar un aumento proporcional en salario, tal como lo reconoce la propia OIT? ¿Al aumentar un 33% de tiempo de trabajo sin aumentar su respectivo salario no se le está disminuyendo el salario real al médico trabajador? ¿De qué lucha por los derechos habla el Sr. Puente?  ¿No le parece justo que el gobierno aumente ese tiempo de trabajo al tiempo que aumenta el 33% del salario o, en su defecto,  incrementa un 33% del personal existente en el sistema de salud?

Le voy a recordar, también, que no fuimos los médicos los que optamos por las 6 horas de trabajo, fue otro gobierno que las redujo al no poder satisfacer, en las negociaciones, la demanda de aumento salarial en aquel tiempo. Desde entones también luchamos por ser incorporados a la Ley General del Trabajo y, desde entonces, los gobiernos de turno hacen oídos sordos por este pedido que es un derecho de todos, por eso es Ley General. ¿Por qué los médicos somos excluidos de este derecho? ¿O será que el derecho es para los demás y no para nosotros que tenemos el estigma de ser un sector pudiente? Será bueno que al respecto lea o analice los ingresos y condiciones de trabajo de la mayor parte de los médicos, incluyendo de los desocupados (¡en un país donde falta salud!), sobre todo, en momentos en que lo que más aumentan son las facultades de medicina, son decenas de centros de formación de mano de obra calificada para exportación a países extranjeros, donde reciben estos cerebros sin invertir ni un centavo en su educación.

Estamos de acuerdo en que la salud no es una mercancía, la fe tampoco, ni la educación, por eso los médicos, los profesores y los sacerdotes tenemos, junto a todos los profesionales, el derecho de trabajar y de recibir un salario justo, acorde con nuestro conocimiento y con nuestro aporte en la sociedad.

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