El Hogar Virgen de Fátima desde donde salió moribundo el niño Alexander (foto La Razón) |
Si de algo sirvió la muerte del niño Alexander el 13 de
noviembre pasado, es para desnudar y mostrar con toda su crudeza y realidad la
desprotección en la que se encuentra la población boliviana, pero,
principalmente, la población más pobre y desvalida, cuya expresión extrema era
el niño Alexander. Hijo de padres pobres, alcohólicos y vagabundos, que
descuidan y abandonan sin escrúpulos a sus retoños. Recogido en un hogar donde
priman las falencias y las improvisaciones. Transferido a un Hospital de Tercer
Nivel donde no se lo atiende correctamente y se hace lo humanamente posible por
salvarle la vida; donde también existen enormes falencias que obligan a su
referencia a otro centro de atención de menor nivel, donde se descubre que pudo
ser víctima de una posible violencia sexual y donde finalmente muere.
Pero Alexander no sólo desnuda las falencias de los
servicios de protección social y de salud, también desnuda a un sistema de
justicia que no atina a dar con el posible culpable de la causa directa de la
muerte, un sistema que muestra su ineficiencia y falta de puntería, acusando a
toda persona o profesional que tuvo algún contacto con Alexander desde que
salió del hogar de acogida. Son doce las personas inicialmente apuntadas y
acusadas, cuando probablemente, y si las sospechas son fundadas, sólo existe un
culpable de la causal directa de muerte. El resto de los acusados es inocente,
pero ya está pagando una culpa injusta por ser sospechoso, sin claro
fundamento, a los ojos de tal o cual fiscal.
Pero el evento nos muestra que no solo Alexander es el
desprotegido, también lo son funcionarios, enfermeras, asistentes, estudiantes
y médicos, que tuvieron ese día la triste suerte de cruzarse con el moribundo
Alexander. Incluso el acucioso doctor que se percató y diagnosticó la posible
causa final de muerte ahora esta preso en su propio domicilio. Nuevamente los
sectores de la salud y la justicia muestran ser el Talón de Aquiles de la
estructura social y del régimen que debiera darnos protección.
Es importante observar y hacer seguimiento de este singular
caso, esperando que las investigaciones que se realizan permitan aclararnos el
panorama y castigar al verdadero culpable, si la violencia existió. Entre
tanto, no podemos permitir que se acuse a diestra y siniestra buscando
culpables y mellando dignidades, por lo que bien hace el Colegio Médico en
proteger a sus afiliados de actos de la justicia practicados sin precisión ni
especificidad. Nadie puede ser acusado sin pruebas ni fundamento y sin el
debido proceso.
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