lunes, 1 de junio de 2009

LOS DETERMINANTES SOCIALES Y LA PROMOCIÓN DE LA SALUD


En los últimos años han aumentado las investigaciones orientadas a conocer más sobre los determinantes sociales de la salud. Es el resultado de una preocupación por parte, primero, de un grupo de estudiosos que, frente a los débiles resultados de la clásica salud pública dirigida fundamentalmente al individuo, a través de la medicina clínica y sus instituciones encargadas de dispensarla en pleno Siglo XXI -siglo en el que el hombre a alcanzado el mayor conocimiento y manejo tecnológico- los problemas no cambian; y, por el contrario, aumentan o se hacen más complejos. En gran parte de estas sociedades, la tendencia es a seguir medicalizando el sistema, incrementando los precios de los medicamentos y de los esquemas terapéuticos, sin resultados aparentes; su perfil epidemiológico no cambia y, en algunos casos, hasta empeora. Por otra parte se ve que el gasto en salud no es el mejor indicador de buena salud. Los países que más gastan en salud no son precisamente los que mejor ubicación tienen en cuanto a sus indicadores de salud. Por ejemplo, Estados Unidos ocupa el puesto 27 en la lista mundial, pero el primero en gasto en salud. Porqué se dan estas situaciones y se mantienen o profundizan estas diferencias?. Qué hace que unos países inviertan menos y avancen más en materia de salud poblacional?.

Muchos estudios de larga data, y, sobre todo, una nueva corriente de pensamiento en la salud pública, han dado respuestas contundentes; ellos nos demuestran que existen condiciones en el espacio vital de las gentes, condiciones llamadas, determinantes sociales de la salud, que influyen de manera irrefutable en la salud de sus poblaciones. La explicación está, entonces, en los espacios vitales, en los lugares donde la gente desarrolla su vida diaria, en las condiciones en que estos espacios se encuentran o son aprovechados por la gente.

Como consecuencia de estos estudios, que muestran irrefutablemente la influencia de los determinantes sociales en la salud de las poblaciones, emergen algunos países pioneros en el campo de la salud pública que están empeñados en seguir mejorando la salud de sus poblaciones. Paradójicamente éstos son los países que tienen los mejores índices de salud en el mundo: los países escandinavos, los de Europa del Norte y Canadá. Aunque es justo reconocer que no sólo en el Norte, en el Sur, también, tenemos ejemplos dignos de ser imitados, por los resultados y niveles de salud alcanzados.

Desde Alma Ata, pasando por el famoso Informe Lalonde, otros informes y declaraciones internacionales como la Carta de Ottawa, ahora reforzada por la declaración de Bangkok, afirman explícitamente que la salud de la población se promueve otorgándole y facilitándole el control de sus determinantes sociales. La Comisión Mundial de Determinantes Sociales de la Salud de la OMS, integrada por connotados académicos y políticos, han denominado a los determinantes sociales como “las causas de las causas” de la enfermedad.

Esta es, en el fondo, la base que sirvió para la emergencia de la promoción de la salud, como estrategia fundamental de la salud pública, y es el sustento de su posterior desarrollo. Recordemos que en Ottawa se mencionaron algunos grandes requisitos para la salud: la educación, alimentación adecuada, un ingreso decente, un medio ambiente y una ecología sostenibles, vivienda, justicia, paz y equidad en la distribución de la riqueza. Este fue, verdaderamente, un señalamiento pormenorizado de los grandes determinantes de la salud. Por lo mismo, se reconoce a la promoción de la salud como la estrategia de salud pública capaz de impedir la aparición de casos nuevos de enfermedad a nivel poblacional. Es decir, es la estrategia capaz de parar la incidencia de las enfermedades y mantener en estado óptimo la salud de las poblaciones, precisamente porque actúa sobre estas determinantes.

En los últimos años, en muchos países, se han dado grandes pasos para fortalecer la promoción de la salud con una orientación moderna, que trasciende los ámbitos de la educación sanitaria individual o de la simple aplicación de la comunicación social al cambio de conducta o estilos de vida de cada individuo. En estos países, sus autoridades sanitarias, con visión política y conocimiento de sus contenidos, han impulsado un acercamiento a los temas relacionados con los determinantes sociales de la salud y su aplicación en el campo de la salud pública. Algo se ha avanzado en la nada fácil tarea de traducir esta concepción en la práctica sanitaria. El camino es todavía muy largo y, en este camino, lo más importante y difícil de mover son las concepciones enraizadas y los esquemas teóricos medicalizados en los que se ancla buena parte de los salubristas, personal de salud, los políticos y la misma población.