Por Fernando Rocabado Quevedo* y Arnaldo Aliaga Pacheco**
Sin lugar a dudas
el indicador de letalidad se ha convertido en un instrumento político para
mostrar avances o retrocesos en la pandemia de la Covid-19 en Bolivia;
dependiendo de la gestión de gobierno o del lugar que se ocupa en el espectro
político. Así el Ministro de Salud y Deportes, Jeyson Auza, informó que, sobre
la base de datos de la OMS/OPS, se establece que Bolivia reporta hasta abril de
2021 una mejor lucha contra la pandemia con relación a los países circundantes;
y que, en los últimos tres meses, Bolivia ha experimentado una reducción
significativa de casos y muertes por COVID 19, por cada 100,000 habitantes. En
el mismo período – dice- los países
vecinos de Argentina, Chile, Paraguay, Perú y Brasil se “han mantenido en
niveles 2 a 4 veces mayores e incluso aumentando su progresión”, por lo tanto, Bolivia
reporta hasta abril de 2021, una mejor lucha contra la pandemia con relación a
los países circundantes. Esto significa que se ha evitado este año cientos de
muertes en comparación con la primera ola, y que la reducción de la letalidad producto
del coronavirus, se redujo en un 2% desde su inicio en marzo 2020 hasta abril
2021 y –ratifica- eso se debe a la
calidad de respuesta a la epidemia que ha generado todo el sistema sanitario a
la cabeza del Ministerio de Salud y Deportes (1).
Este tipo de
declaraciones no caen muy bien a aquellos que han sido parte de la gestión de
gobierno durante los primeros meses de la pandemia, que abarcan casi toda la
primera ola. Tampoco cae bien a los de la oposición al actual
gobierno, que ven que éste se aferra a este indicador para mostrar una eficiencia inexistente de su gestión y del sistema sanitario.
Para corroborar
la información mencionada acudimos a una fuente internacional de datos (3),
regentada por Our World In Data, de conocida calidad, y allí obtuvimos la
Gráfica 1, que abarca toda la pandemia, y en la que podemos comparar la
tendencia de la misma en Bolivia y en los países vecinos, además de Europa, que
tiene los parámetros tal vez más cercanos a la verdadera letalidad del
coronavirus: es un promedio y abarca a varios países, normalmente con buenos
servicios de salud. Su tasa es 2,29%: en tanto que la de Brasil es 2,79%; la de
Chile es de 2,10%; y la de Argentina es de 2,05%. En el conjunto la tasa más
alta la tiene Bolivia con 3,9%, cifra que coincide con las publicadas por el
MINSALUD.
Gráfica 1
Ahora bien, por
ser un término técnico, normalmente se lo confunde con la tasa de mortalidad,
de la que es conveniente deslindarla conceptualmente. La tasa de mortalidad se
calcula dividiendo el número de muertos por una enfermedad en un período
determinado, entre la población total de la región estudiada en ese período,
por 100.000. En tanto que la (tasa de) letalidad es el ‘cociente entre el
número de fallecimientos a causa de una determinada enfermedad en un período y
el número de afectados por esa misma enfermedad en ese mismo período’ (4). En
inglés se la conoce, también, como Case Fatality Rate (CFR).
Para adentrarnos
en el estudio de estos indicadores hemos utilizado la información que emite el
MINSALUD cada día, desde el 10 de marzo 2020, que se inicia la pandemia, hasta
el 6 de junio, fecha del último registro disponible en el momento de procesar
los datos.
Con los mismos,
elaboramos la Tabla 1, que resume los denominadores utilizados, más la tasa de
incidencia de casos por 100.000; la tasa de mortalidad por coronavirus por
100.000; y la letalidad por 100, para cada uno de los departamentos y el total
de Bolivia. Los departamentos con mayor incidencia de casos son Tarija, Santa
cruz, Pando, Beni y Oruro; en mortalidad los primeros son los mismos, menos
Tarija. La letalidad también tiene un orden diferente, primero está Oruro
(5,1%), seguido de Pando (4,9%), Santa Cruz (4,6%) y Chuquisaca (4,5%). Tarija
es el que menor letalidad tiene (2,5%) seguido de La Paz y Potosí. La letalidad
del país es de 3,9%, igual a la mencionada antes, en un país que ya presenta
387.162 casos, con 15.024 muertos por Covid-19 registrados, se estima que el subregistro
puede ser hasta de 2,6 veces superior.
Para armar la
Tabla 2, de letalidad y mortalidad por ola, hemos delimitado las tres olas en
un estudio previo donde, la primera ola va desde el 10 marzo 2020 al 10
noviembre 2020; la segunda ola, del 11 noviembre 2020 al 17 marzo 2021; y la
tercera ola del 18 de marzo 2021 a la fecha, 6 de junio 2021. Vemos que Oruro ha sido el departamento con
mayor letalidad en las tres olas de la pandemia; seguido de Beni, Pando,
Chuquisaca y Potosí; éste último es el único que ha ido aumentando su letalidad
a lo largo de las tres olas. Santa Cruz y Cochabamba, de ser los departamentos
con mayor letalidad al comienzo de la pandemia han ido disminuyéndola de manera
ostensible. Tarija ha tenido baja letalidad en las tres olas, lo mismo que La
Paz, que tiene la letalidad más baja de la tercera ola (1,9%). En el país en su conjunto, la letalidad ha
ido bajando del 6,4% en la primera ola hasta 2,4%, en la tercera ola, es decir
2,6 veces menos.
En cuanto a la
tasa de mortalidad, la reducción también ha sido franca desde la primera (76 x
100.000)) a la tercera ola (26X100.000), es decir, 3 veces menos mortalidad
relativa. Por departamentos, la reducción más notoria es la de Santa Cruz, 5
veces menos desde la primera a la tercera ola. La Paz ha reducido en 4,3 veces
su mortalidad y Pando, que tuvo un comienzo de tasa elevada, solo ha descendido
2,4 veces. Todos los demás han tenido
reducciones discretas, menor a la reducción nacional; Cochabamba, 2,6 veces,
habiendo tenido la tasa más baja de la segunda ola; Tarija, 2,3 veces;
Chuquisaca y Potosí, 1,9 veces; Beni, 1,4 veces menos; Oruro es el único
departamento que en vez de disminuir su mortalidad la ha aumentado 1,4 veces
más, o sea, tiene mayor mortalidad que al comienzo de la pandemia.
Tabla 2
Si damos una
mirada a la letalidad por departamentos y en todos los meses de la pandemia
(Tabla 3), vemos que ésta fue elevada hasta noviembre de 2020, más de 5,2%,
(salvo mayo); llama la atención la letalidad de octubre 2020, la más alta de
toda la pandemia (11,2%), seguida de noviembre y septiembre próximos. De manera
aparentemente inexplicable, diciembre 2020 tuvo la letalidad más baja (1,3%)
seguido de enero 2021 (2,3%). Desde entonces se mantuvo en sus valores más
bajos. Una situación similar, el valor alto de octubre se nota en los
departamentos de Cochabamba (39,1%), Santa Cruz (28,6%) y La Paz (17%). Pando
tuvo su mayor subida en el mes de septiembre (40,4%) para después bajar a cero
en octubre. En general es el departamento con los valores más irregulares;
empezó la pandemia tres meses más tarde y tuvo subidas y bajadas, con ausencia
de casos en algunos meses como es octubre 2020, que sólo pueden explicarse por
su escasa población y/o falta de medios de diagnóstico en ciertos momentos.
Casi todo el resto de departamentos mantiene una cierta uniformidad y
coherencia en cuanto a sus valores encontrados, principalmente Oruro que, como
vimos, tiene la letalidad más alta. En Tarija la pandemia comenzó con valores
altos, dos meses más tarde que en el resto, pero después se estabilizaron hasta
tener la letalidad más baja del país.
La tendencia
mostrada en la Gráfica 1 expresa la situación relatada para el país, con una
bajada alrededor de los meses más duros de la primera ola, entre mayo y julio
2020, y una prominente subida alrededor de octubre 2020, segunda ola, desde
cuando comienza una sostenida bajada hasta nuestros días.
Gráfica 2
En la Gráfica 3
de letalidad por departamento vemos que Santa Cruz y Cochabamba tienen una
semejanza con la curva nacional, con el domo en la segunda ola y, un poco menos
parecida, la de La Paz y Pando. El resto de los departamentos tiene una curva
más homogénea y horizontal, después de haber comenzado con una subida abrupta.
Gráfica 3
Conclusiones. -
A partir de
nuestras observaciones y de lo que se viene estudiando en diferentes países del
mundo, podemos asumir las siguientes hipótesis explicativas a las diferencias
de letalidad en el tiempo y en diferentes regiones:
Diferencias en cuanto al número de pruebas aplicadas. - Esta es probablemente la variable que influye con más fuerza en el aumento o disminución aparente de la letalidad. Cuando Alemania hacía 160.000 test a la semana, algo así como 4.000 pruebas por cada millón de personas, su letalidad era mucho más baja que la de España, que hacía menos de 625 por millón (2). En ese momento Corea del Sur hacía más de 5.000 test por millón de habitantes y era uno de los países con la letalidad más baja, 1,1%. Estas experiencias fueron mostrando que cuando la detección o aplicación de pruebas es mejor en cantidad y calidad, las tasas de letalidad van disminuyendo y se van acercando a la realidad; esto porque esta detección ampliada abarca las infecciones más leves, por lo tanto, aumenta el denominador y la letalidad tiende a ser menor.
Tabla 4
Tabla 5
Para dejar sentada esta relación estadística, hemos aplicado la correlación de Spearman entre la tasa de letalidad y los otros indicadores estudiados en este trabajo. La Tasa de Letalidad está correlacionada inversamente con el Número de Pruebas (-0,58), lo mismo con el Número de Casos (-0,56) y, con menor fuerza, con el Número de Muertes (-0,34). Todas las correlaciones resultaron ser significativas en el nivel 0,01 o 1% (bilateral), aunque con diferente fuerza en la correlación. La mayor correlación fue con el Número de Pruebas realizadas; de donde se confirma que, a mayor número de pruebas menor es la letalidad encontrada. Esto también explica por qué las tasas de letalidad se van nivelando a las tasas reales existentes a nivel mundial, guardando, lógicamente, las diferencias por otros factores interactuantes.
Calidad de la atención o del sistema sanitario.
- Indudablemente que la calidad de la atención
será también un factor que influya decisivamente en la letalidad de la
población. Lanzamos este postulado como una hipótesis de trabajo, a partir de
la comparación de la letalidad entre departamentos. Algunos de ellos, como
Oruro, Potosí, Chuquisaca, Beni y Pando, son los departamentos con mayor
letalidad al final de la pandemia, y son, a su vez, los departamentos con
sistema sanitario de menor calidad.
Nivel de satisfacción de los determinantes
sociales de la salud. - Sin lugar
a dudas el punto anterior tiene también que ver con los determinantes sociales
de la salud, que son los determinantes del desarrollo, y que van a estar en
íntima relación con el nivel de salud de la población. La alimentación, la
vivienda, el hacinamiento, las condiciones sanitarias y de higiene, la calidad
del transporte, el tipo de trabajo, el nivel de educación de la gente, la
cohesión social y el control social, influirán necesariamente en la capacidad
de sobrellevar con mayor o menor entereza una infección de este virus.
La edad de los infectados y de los fallecidos. - Como sucede en otros países, la composición
etaria de la población y los grupos de edad más afectados, influirán también en
la letalidad. Se ha visto que los enfermos alemanes son más jóvenes (edad media de 47 años y que solo el
20% tiene más de 60 años) que los enfermos italianos (edad media de los
infectados, 66 años y donde el 58% tiene más de 60 años), por lo que se
convierte en otra variable explicativa de la
diferencia de letalidad entre ambos países (2). En Bolivia no disponemos de
información por edad de los infectados, razón por la que lanzamos la hipótesis
de que esta es otra variable importante para explicar las diferencias de la
letalidad existentes en el tiempo y en el espacio. Se dice que el virus y sus
nuevas variantes, atacan cada vez con mayor frecuencia a grupos etarios más
jóvenes.
Referencias. -
*Médico Salubrista – Epidemiólogo ** Estadístico
Cochabamba, 13 de
junio 2021.
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