domingo, 21 de agosto de 2022

Descolonizar el estómago


Por Fernando Rocabado Quevedo*                        

Con algún interés leí el titular de La Razón “Hay que descolonizar el estómago” referido a un discurso (1) de nuestro Vicepresidente, David Coquehuanca, durante un ampliado de la Federación Departamental Túpac Katari y Bartolina Sisa, en El Alto. La lectura del artículo me llamó aún más la atención por sus argumentos, había que descolonizar el estómago, considerando que la comida mataba más que el COVID 19: “Ellos quieren que hablemos del coronavirus, han muerto por coronavirus menos de 10 millones; pero, hermanos, por la comida transgénica en el mundo han muerto 18 millones de personas, y nadie dice nada de eso”, dijo de manera contundente y contradictoria.

Cuando dice “ellos”, se refiere a fuerzas externas que exageran con la importancia y con el número de muertos por el COVID 19, que no llegó a 10 millones, cuando tenemos problemas con la comida chatarra, que el confunde con la comida transgénica, que no son la misma cosa. Con su afirmación, no solo vuelve a mostrar su desprecio y subestimación a la pandemia más rápida en cuanto a contagiosidad de las últimas décadas; para ser exacto el COVID mató 6.451.050 personas hasta el día de hoy (2) en cerca de dos años; se convirtió en pocos meses en una pandemia, que está siendo frenada por el esfuerzo conjunto de los científicos de diferentes especialidades de casi todo el mundo, lo que quedará grabado en los anales de la salud pública universal. Sin embargo, no es sobre el COVID que quiero centrarme, sino sobre el otro problema que saca a relucir: la dieta moderna, llamada, también, dieta occidental.

Empiezo aclarando que los dos eventos no son comparables, porque el COVID 19 es una enfermedad infecciosa, ahora claramente  identificada y ya casi conocida en su complejidad; en tanto que la “dieta” , con sus múltiples componentes, donde puede incluir la comida chatarra y los transgénicos, son factores de riesgo, que inducen a la enfermedad y a la muerte por otras causas: obesidad, diabetes, hipertensión, enfermedades cardiovasculares, cánceres, enfermedades renales, hepáticas, y muchas otras, cuya ocurrencia y forma de tratar es más compleja, son enfermedades crónicas, no agudas como el COVID, y su gestación dura muchos años y ha ido aumentando lentamente en el último medio siglo, lo que ha puesto en atención a la salud pública que la considera prioridad junto con el tabaquismo, el alcoholismo y el sedentarismo.  Pertenece al grupo de factores de riesgo de las enfermedades crónicas, que son el desafío futuro más grande la salud pública mundial. 

Según una última publicación de The Lancet (3), comer mal, sea por poco de algunos alimentos o por mucho de otros, provoca 11 millones de muertes en el mundo al año, de los cuales 10 millones son por enfermedades cardiovasculares. O sea, de los 57 millones de muertes en el mundo, una de cada cinco tiene relación con la dieta.

¿Pero cuál es esa dieta mala o desequilibrada que provoca tanto daño? El estudio que fue realizado en 195 países, nos dice que es mala una dieta baja en frutas, vegetales, legumbres, granos integrales, nueces y semillas, leche, fibra, calcio, ácidos grasos omega-3 de alimentos marinos, grasas poliinsaturadas o alta en carne roja, carne procesada, bebidas azucaradas, grasas trans y sodio (cuya principal fuente es la sal).

La disminución o carencia de esos alimentos está siendo provocada o inducida por el proceso de industrialización de los alimentos, que es un fenómeno global (4), pero con repercusiones ya notorias en nuestro país. Los alimentos ultra procesados son el producto y el símbolo del actual modelo de alimentación, que debemos descolonizar, según las orientaciones del Vice Presidente. Pero la tarea no es nada sencilla. Requiere de políticas públicas integrales, que van desde la producción de los alimentos hasta su consumo. Agarremos el desafío del gobernante y volvamos a producir lo nuestro y comer la comida casera a la que estamos acostumbrados. Esto significa ir a las causas.

La producción de alimentos que conforman nuestra canasta básica, deberá concentrarse en los alimentos tradicionales, mismos que requieren de políticas de apoyo y fomento, sino de subvención, por su poca rentabilidad y la poca ganancia de los campesinos, hoy por hoy ahogados por el contrabando. Sin embargo, el problema mayor viene de las comidas industrializadas, producidas en el país o importadas, que son las que producen la mayor cantidad de comida chatarra; las que vehiculan los alimentos más dañinos, como son el azúcar, la sal, las grasas, amén de productos químicos para mantenerlos en buen estado y apariencia, hablamos de saborizantes, conservantes, edulcorantes, colorantes y otros similares. ¿Cómo se para esta tendencia que es global y nos pisa los talones?

Primero, se debe tener claridad conceptual y científica de lo que se quiere hacer. Segundo, tener las estrategias, las leyes, normas y los organismos responsables para hacerlo. Cuarto, evaluar periódicamente la marcha de nuestras políticas alimentarias de “descolonización gástrica”.

Una buena Dirección de Protección de Alimentos, en el Ministerio de salud se impone, para controlar lo que se produce, lo que se importa y lo que se vende en los mercados. Que sean alimentos inocuos, regulados por un servicio efectivo de regulación, tipos mejorados de SENASAG e IBNORCA. No puede ser que se siga vendiendo leche que no es leche, chocolate que no es chocolate, o café granulado que no es café granulado, o que se siga inundando el mercado con bebidas gaseosas, ricas solo en azúcares. A como van las cosas, y con el dominio tecnológico de las grandes industrias, nos venderán alimentos ya preparados, similares o más sabrosos que los tradicionales y, entonces, el problema será casi imposible de parar, como es difícil de parar el consumo de alcohol, que es parte de nuestra dieta festiva.

No es con discurso, ni con charlas educativas que se cambian los hábitos alimentarios, que, ya se ha demostrado, son los más difíciles de cambiar cuando se han sentado en la mesa de las familias, de lo contrario, háganse estudios sobre el avance del sobrepeso y la obesidad en los niños, así como hacíamos unos 40 años atrás estudios sobre su estado de desnutrición. 

En la mayor parte de los países, se está peleando por un nuevo etiquetado en los alimentos, llamado “etiquetado frontal”, que muestra en buen tamaño los contenidos nocivos de los alimentos que el envase contiene. Será bueno que el Vicepresidente, acelere esta normativa, para que la gente esté bien orientada sobre el contenido exagerado de los alimentos nocivos que hemos enumerado. Estos no reemplazan a los etiquetados normados que cada alimento debe tener en su frontis, sino que los complementan. Esa sería una buena señal de que de verdad se quiere descolonizar la alimentación y hacerla más saludable.

Lógicamente que estas políticas deben ir acompañadas de muchas otras de carácter restrictivo y educativo, tales como la acción coordinada de la atención primaria de salud y las unidades educativas, el control de los contenidos en desayunos escolares, en quioscos y meriendas escolares, en los clubes de madres y en medios de comunicación masivos. La pelea se avizora larga y difícil, pero es la única manera de poder retomar nuestras comidas tradicionales, de manera que cuando alguien salga a comer, en cualquier ciudad o pueblo, pueda tener acceso a un buen preparado de quinoa o un chairo, y no esté presionado a comer salchichas baratas o los pollos a la broaster que ahora se propalan y se consumen varias veces a la semana.

Esperemos, con esperanza, que la nueva estrategia trazada por el Vicepresidente se cumpla, aunque sea en sus pasos iniciales.


 *Ac. Salubrista, epidemiólogo

Referencias.-

1)     Choquehuanca afirma que hay que ‘descolonizar el estómago’ y evitar comida ‘chatarra’. https://www.la-razon.com/nacional/2022/08/12/choquehuanca-afirma-que-hay-que-descolonizar-el-estomago-y-evitar-comida-chatarra/

2)     Our World in Data.  https://ourworldindata.org/explorers/coronavirus-data-explorer

3)     The Lancet: Globally, 1 in 5 deaths are associated with poor diet. https://www.eurekalert.org/news-releases/494822

4)     Malnutrición y ultraprocesados o cambiar el mundo para cambiar la alimentación. https://agenciatierraviva.com.ar/malnutricion-y-ultraprocesados-o-cambiar-el-mundo-para-cambiar-la-alimentacion/?fbclid=IwAR1TOQdiU_5bBffP_sd5KNPny0VJgG08UINaJbD_A_-1AOStZn49gYy6pQo

5)     Etiquetado frontal.  https://www.paho.org/es/temas/etiquetado-frontal



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